TEXTO ORIGINAL
"Hoy condúceme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el océano de mi Misericordia: de esta forma, me consolarás de la amarga tristeza en que me sume la pérdida de las almas".
Jesús misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita. Acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca los dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.
Misericordia del Omnipotente que puedes salvar al hombre pecador, ya que tu eres el océano del amor, socorre a quien te invoca con humildad.
Eterno Padre, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el corazón infinitamente compasivo de Jesús, y por su Pasión dolorosa, muéstranos tu Misericordia, para que cantemos juntos, eternamente, la gloria de tu omnipotente bondad. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Hoy conduces a mí las almas de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelas en mi insondable Misericordia. Ellas me dieron la fortaleza de aguantar hasta el final el amargor de mi Pasión: por medio de ellas, como a través de canales, mi Misericordia fluye hacia la humanidad".
Jesús misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta en las vírgenes consagradas tu gracia, para que realicen las debidas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que las vean glorifiquen al Padre de la Misericordia que está en el cielo.
En los corazones puros alberga la fuente que fluye al mar del amor divino, cristalina como el rocío de la mañana, más que las estrella en el cielo resplandeciente.
Eterno Padre, mira con ojos de misericordia el grupo de aquellos que escogiste a trabajar en tu viña, a las almas de los sacerdotes y de los religiosos: otórgarles el poder de tu bendición, y por los sentimientos del corazón de tu Hijo en el cual ellos se encuentran encerrados, concédeles el poder de tu luz, para que sepan guiar a otros en el camino de la salvación, hasta cantar juntos por la eternidad las alabanzas de tu insondable Misericordia. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Hoy condúceme a todas las almas devotas y fieles y sumérgelas en el océano de mi Misericordia; ellas me confortaron a lo largo del vía crucis: fueron la gota que me consoló en el océano de la amargura".
Misericordiosísimo Jesús, que desde el tesoro de tu Misericordia otorgas en gran abundancia tus gracias, acógenos dentro de tu corazón, que hacia todos es de una bondad infinita, y no permitas que más nunca salgamos de él. Te lo pedimos por el inescrutable amor del cual rebosas por el Padre Celestial.
No puede el hombre indagar tus prodigios, escondidos al santo como al pecador, Misericordia eterna del Señor que al corazón estrecha justos y penitentes.
Eterno Padre, mira con misericordia a las almas fieles que son la herencia de tu Hijo, y por su dolorosa Pasión, concédeles tu bendición y protégelas continuamente, para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, canten eternamente gloria a tu infinita Misericordia. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Condúceme hoy aquellos que no me conocen todavía . También en ellos pensaba durante mi amarga Pasión y el futuro celo de ellos consoló mi Corazón. Sumérgelos en el océano de mi Misericordia".
Oh Jesús piadosísimo, que eres la luz de todo el universo, acoge en la morada de tu compasivísimo corazón a las almas de aquellos que no te han conocido todavía, les iluminen los rayos de tu gracia, para que también ellos glorifiquen con nosotros los prodigios de tu Misericordia, y no permitas que se alejen nunca más de tu corazón infinitamente misericordioso.
Tu Misericordia omnipotente resplandezca sobre esta humanidad errante, de manera que, ya vencida la oscuridad, glorifique tu nombre concordemente.
Eterno Padre, mira con misericordia a las almas de aquellos que todavía no te conocen, porque Jesús les tiene encerrados también a ellos en su corazón. Atrae hacia la luz del Evangelio éstas almas que ignoran la enorme felicidad de amarte y haz que glorifiquen todos eternamente la generosidad de tu Misericordia. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Tráeme hoy a las almas de los hermanos separados, sumergiéndolas en el océano de mi Misericordia; en mi amarga Pasión, ellos me desgarraban el cuerpo y el corazón, es decir, a mi Iglesia. Cuando habrán regresado a su unidad, se cicatrizarán mis heridas y tendré alivio en mi Pasión".
Misericordiosísimo Jesús, que eres la bondad misma y no niegas jamás tu luz a quien la pide, acoge en la morada de tu piadosísimo corazón a las almas de nuestros hermanos separados, atrayéndolos con tu esplendor a la unidad de la Iglesia, y no permitas que salgan de ella nunca más, y adoren también ellos la generosidad de tu Misericordia.
Tu Misericordia que reviste de verdad a la Iglesia con su rayo, salve a aquellos que te ultrajan rasgando tu inconsútil vestido.
Eterno Padre, mira con los ojos de tu Misericordia a las almas de nuestros hermanos separados, especialmente a aquellos que han malgastado tus bienes y abusado de tu gracia, persistiendo en sus errores. Están encerrados también ellos en el corazón misericordiosísimo de Jesús: no tomes en cuenta sus errores, sino más bien el amor de tu Hijo y los dolores de su Pasión, que Él aceptó por ellos y haz que también ellos canten las alabanzas de tu infinita Misericordia. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Conduce hoy a mí a las almas mansas y humildes, como también las almas de los niños, y sumérgelas en mi Misericordia. Estos son los que más se asemejan a mi corazón y me confortaron en el amargo tormento de mi agonía: vi que en el futuro habrían velado al lado de mis altares como unos ángeles terrestres. Sobre tales almas yo derramo a torrentes mis gracias. Sólo ellas son capaces de recibirlas y por tanto puedo donarles toda mi confianza".
Jesús misericordiosísimo, que dijiste "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón", acoge en la morada de tu piadosísimo corazón a las almas humildes y mansas, conjuntamente a las de los niños, que encantan a todo el paraíso, constituyen la particular complacencia del Padre Celeste y lo deleitan esparciendo ellas su perfume delante de su trono como un ramo de flores, elevando un perenne himno al Amor y a la Misericordia.
El alma mansa y humilde de corazón respira ya desde aquí en la tierra el paraíso: perfuma el universo, y alegra el dulce rostro de su divino Señor.
Eterno Padre, inclina la mirada de tu Misericordia sobre las almas humilde y mansas, como también sobre la de los niños, que Jesús tiene encerradas dentro en su piadosísimo corazón. Ninguna otra alma asemeja como ellas a tu Hijo y el perfume de ellas se eleva desde la tierra hasta llegar a tu trono. Padre de Misericordia y de toda bondad, te suplicamos por el amor que tú tienes por estas almas y por el gozo que sientes en mirarlas, bendice el mundo entero, para que los que estamos ahora en la tierra vengamos a cantar eternamente las alabanzas de tu Misericordia. Amen
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Tráeme hoy a las almas que rinden culto y gloria a mi Misericordia y sumérgelas en ella. Son las almas que más que cualquier otra sufren por mi Pasión y penetran con mayor profundidad en mi espíritu, transformándose en copias vivientes de mi corazón misericordioso. Ellas resplandecerán, en la vida futura, de un fulgor particular; ninguna caerá en el fuego del infierno: yo mismo las defenderé a cada una en la hora de la muerte".
Misericordiosísimo Jesús, cuyo corazón es el amor mismo, acoge en tu corazón, infinitamente bueno, a las almas que rinden un especial culto y gloria a la inmensidad de tu Misericordia y que, poderosos en virtud de tu misma fuerza, unidas a ti avanzan, confiadas en tu Misericordia, en medio de las dificultades y de las contradicciones, sosteniendo sobre sus hombros a toda la humanidad, por lo cual éstas no serán juzgadas con rigor sino que en la hora de la muerte, las envolverá tu Misericordia.
Quien dona gloria a la Piedad suprema, por ésta es especialmente amado y siempre de la fuente vital, saca el agua de la gracia eterna.
Eterno Padre, dirige una mirada de benevolencia sobre las almas encerradas en tu piadosísimo corazón que adoran y glorifican tu mayor atributo, el de tu infinita Misericordia. Te imploramos por ellos que viven el Evangelio con las manos llenas de obras de Misericordia, y llenas de regocijo, elevan a ti, Altísimo, el himno de tu bondad. Te suplicamos, oh Dios nuestro, que les muestres tu Misericordia conforme a las esperanzas y a la confianza, que ellas han puesto en ti. Se cumpla para todas ellas la promesa de Jesús: "Protegeré yo mismo en la vita a las almas que rinden culto a mi infinita Misericordia, y especialmente en la hora de la muerte, las defenderé como mi gloria". Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Tráeme hoy a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de la Misericordia, de modo que los chorros de mi sangre las refresquen de su quemazón. Todas estas almas son inmensamente amadas por mí. Ellas satisfacen mi justicia. Está en tu poder llevarles el alivio: Toma del tesoro de mi Iglesia todas las indulgencias, y ofrécelas por ellas. Oh, si tú conocieras sus tormentos, ofrecerías continuamente por ellas la limosna del espíritu y pagarías las deudas que ellas han contraído con mi justicia!"
Misericordiosísimo Jesús, que dijiste: "Quiero misericordia!... (Mt 9,13), he aquí que yo introduzco en la morada de tu corazón infinitamente piadoso, las almas del purgatorio, las cuales te son muy queridas y sin embargo deben satisfacer a tu divina justicia. Los chorros de agua y sangre, que brotan de tu corazón, apaguen las llamaradas de aquel fuego, para que también allí sea glorificada la potencia de tu Misericordia.
Desde el purgatorio con dolor atroz se eleva un llanto y un orar suplicante: Jesús, tú sólo lo puedes consolar con el agua y la sangre que derramaste en la cruz.
Eterno Padre, dirige una mirada de Misericordia sobre las almas que sufren en el purgatorio y que Jesús tiene encerradas en su piadosísimo corazón. Por la dolorosa Pasión de tu Hijo Jesús y por toda la amargura que inundó su alma santísima, te suplicamos de mostrarte misericordioso con las almas que se encuentran bajo la mirada de tu justicia y te pedimos de no mirarlas sino a través de las llagas de Jesús, tu amadísimo Hijo, porque nosotros creemos que tu bondad y tu Misericordia no tienen límites. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA.
"Tráeme hoy a las almas tibias y sumérgelas en las profundidades de mi Misericordia. Son las que más dolorosamente hieren mi corazón, y mi alma sintió hacia ellas en el Getsemaní una invencible repugnancia. Fue por su causa que dije las palabras: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Acudir a mi Misericordia es para ellas la última tabla de salvación".
Jesús piadosísimo, que eres la compasión misma, introduce a las almas tibias en la morada de tu corazón misericordiosísimo. Haz que estas almas que son semejantes a cadáveres y te inspiran gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh Jesús piadosísimo, usa la omnipotencia de tu Misericordia y atráelas a las llamas más ardientes de tu amor, concediéndoles un fervor sagrado, porque tú lo puedes todo.
El fuego y el hielo nunca están juntos: aquél se apaga o éste se derrite; sólo la piedad del cielo vuelve fecundas las criaturas estériles sin esperanza.
Eterno Padre, lanza una mirada de compadecimiento sobre las almas tibias, que están encerradas en el piadosísimo corazón de Jesús. Padre de Misericordia, te suplicamos por la amargarguísima Pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas lleguen a glorificar las profundidades de tu Misericordia. Amén.
A continuación se reza la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
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